AÑO I - Nº1, DICIEMBRE 2002
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ISSN 0718-123X   

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PRESENTACIÓN
EDITORIAL
 

Instituciones sordas y ciudadanos mudos .
Eolo Díaz-Tendero E. (Depto. Gobierno y Gestión Pública)

 

Estabilidad macroeconómica, crecimiento y equilibrio fiscal: El caso del presupuesto 2003.
- Leonardo Letelier S. (Depto. Gobierno y Gestión Pública)

 
Vigencia de Maquiavelo.
Carlos Miranda V. (Depto Ciencia Política)
 
¿Hacia un nuevo modelo de universidad?.
Raúl Urzúa F. (Depto. Políticas Públicas)
 
La cobertura de la información sobre seguridad ciudadana por parte de los medios de comunicación.
Hugo Fruhling - Cecilia Dastres. (Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana)
 

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Instituciones sordas y ciudadanos mudos

Eolo Díaz-Tendero E.
Departamento de Gobierno y Gestión Pública

¿Qué significa estar integrado a la vida social de un país? ¿Cuál es la percepción de los ciudadanos común y corrientes sobre los grandes cambios que han impactado a la sociedad chilena durante las últimas décadas? ¿Qué rol juega la imagen subjetiva que cada individuo tiene de su país en la conformación de sus opciones políticas? En todo esto ¿Cuál es el rol de la política? ¿Por qué un número tan importante de chilenos se manifiesta indiferente al régimen democrático? Este tipo de preguntas son las que provoca la lectura del Informe sobre Desarrollo Humano del año 2002 publicado por el PNUD para Chile, que se titula "Nosotros los chilenos: un desafío cultural".

En lo general este informe afirma que toda sociedad necesita una imagen de sí misma para ser integrada. Lo particular de esta afirmación para el caso de Chile es que esta necesidad se ve dificultada por lo que podríamos describir como un desfase entre la materialidad de los cambios sociales de las últimas décadas y la subjetividad de los actores que experimentan dichos cambios.

Considerando la magnitud y la forma en que fueron puestos en práctica los procesos de modernización experimentados por nuestro país en los años recientes, este informe llama la atención sobre el hecho de que la apropiación de dichos cambios, la percepción de que son "nuestros cambios", se ha visto dificultada o no ha sido lo suficientemente intensa debido a que no nos hemos dotado de los suficientes espacios comunes donde poder construir colectivamente las nuevas imágenes sobre lo que sería ser chileno en las actuales circunstancias.

Es decir, en este desfase existiría un desafío a la cultura, entendida esta en su expresión extendida y no solamente restringida a la creación artística, es decir, como mecanismo de construcción colectiva de imágenes y significados que tengan referencia a experiencias compartidas de sociedad, de un colectivo que genere sentido de pertenencia y solidaridad, como la afirma el informe.

A partir de los análisis realizados por este estudio, que no están centrados en índices clásicos de desarrollo sino que incorporan los componentes subjetivos y de la calidad de dicho proceso, se puede afirmar que Chile se encuentra en un difícil proceso de reconstrucción de su propia imagen, de una que se haga cargo de las diversas visiones que han tendido a constituirse en el curso de los últimos años y que no aparezca disgregada y contradictoria.

Para profundizar la reflexión sobre esta temática, el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, convocó a un número significativo de personalidades del mundo de la política, de la cultura y a intelectuales, con el fin de interrogar el mencionado informe desde la perspectiva de los posibles impactos que este diagnóstico puede tener o está teniendo sobre la política y particularmente, sobre la acción pública con interés por lo general, que es el ambiente más propio de lo político.

De este rico e intenso debate surgieron algunos esbozos de respuesta y también algunas interrogantes nuevas, pero sobre todo, esta actividad contribuyó a crear un espacio de debate público de nivel académico y plantear importantes desafíos a la política y también a la reflexión y la creación intelectuales.

De ello me gustaría destacar algunos núcleos comprensivos básicos. En primer lugar, que frente a este diagnóstico de una identidad disociada que plantea el informe, a la acción política se le plantea un desafío superior. La ausencia de espacios donde colectivos humanos puedan crear y recrear imágenes de un Chile futuro posible, es una responsabilidad que la toca centralmente. Si no es la política la que pueda proveer relatos generales de cómo deberían ser las cosas, entonces la vaciedad de sentidos y la incapacidad de sentirse parte de un nosotros, es decir, el debilitamiento de la imagen de sociedad, queda abandonada a dinámicas que sólo tienden a potenciar esta situación.

El piso de la política tiende a deteriorarse en la misma medida en que esta se deja subordinar por la facticidad, es decir, desde el momento en que la acción política sólo contempla aquello que es y considera como prescindible una imagen de lo que debería ser. Tal vez uno de los síntomas más claros de este fenómeno se muestra en el discurso que entiende como natural la subordinación de la política a la economía, de lo político a lo técnico, sin contemplar espacio a los equilibrios virtuosos que dejen operar las imágenes de lo que debe ser, o de lo que es justo. Como lo dijo uno de los panelistas de dicho seminario, donde se confunde el rol de la gerencia de finanzas con el papel de la gerencia de desarrollo.

Por otra parte, me parece de extrema utilidad intelectual y práctica plantearse como posible vía de solución de este vaciamiento de sentidos del accionar político, el intento o la voluntad de desplazar lo público fuera del Estado. La experiencia común, la acción colectiva que posibilita la creación de imaginarios compartidos no debe descansar solamente en las instituciones estatales, es necesario crear y recrear espacios autónomos de acción ciudadana, como una de las fórmulas para intentar la superación de nuestra ausencia de una imagen de lo que significa ser chileno hoy.

En este caso el desafío es doble, puesto que si seguimos construyendo instituciones que tienen problemas para oir lo que opinan e imaginan sus componentes o "usuarios", lo más probable es que del otro lado de las estructuras y normas que dan vida a dicha institucionalidad, existan ciudadanos que piensen que no vale la pena hablar, puesto que las posibilidades de ser escuchado son demasiado bajas.

Sin duda alguna que este último punto es de especial importancia para la activación de una reflexión intelectual centrada sobre los desafíos que las políticas públicas y la gestión puedan llegar a tener sobre los cambios que pueda experimentar este diagnóstico. Evidentemente, este núcleo de acción marca uno de los sentidos de misión más importantes para la actividad del INAP.

 

AGENDA PÚBLICA / AÑO I– N° 1- Diciembre 2002

®Agenda Pública, Preparada por el Departamento de Gobierno y Gestión Pública
del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.