AÑO III - Nº4, SEPTIEMBRE 2004
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ISSN 0718-123X   
EDITORIAL
 

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Por: Eolo Díaz-Tendero

 

La Política Energética en Chile: ¿Qué hay de regulación?
Por: Jaime Parada M.

 

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Por: Marcela Ferrer

 

El municipio en la transición chilena: Desconfianza y mala evaluación de los servicios.
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Participación ciudadana para el fortalecimiento de los gobiernos locales.
Por: Pablo Monje

 

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Por: Raúl Atria

 
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Participación Ciudadana para el fortalecimiento de los gobiernos locales

Pablo Monje R.(1)
Pensar el desarrollo local requiere abarcar diversas dimensiones: económica; social; cultural; ambiental y físico territorial; político institucional; y científico – tecnológica. Implica considerar los diferentes patrones de interrelación activa de los diversos actores de la sociedad. El desarrollo local conlleva, necesariamente, una profunda transformación de las relaciones sociales. Además, no se refiere sólo procesos técnicos de producción: también incluye la preservación ambiental, ya que su incorporación es estratégica para el desarrollo futuro de la humanidad. En este sentido, los programas y proyectos de desarrollo tienen un doble objetivo; En primer lugar, asegurar mejores condiciones materiales y de sustentabilidad de la sociedad y en segundo lugar, fortalecer la identidad y condiciones subjetivas de las comunidades locales.

Desde una perspectiva positivista, los procesos de desarrollo local requieren de la comparación de datos e indicadores que permitan mostrar la evolución, o la involución, del desarrollo de una comunidad local. El desarrollo se expresa, entonces, como un determinado grupo de factores medibles y cuantificables en el tiempo.

Tal concepción de desarrollo, que nace de la perspectiva liberal–económica, declara que el uso máximo de la libertad individual maximiza la producción material de la sociedad en su conjunto, es decir, la suma agregada de cada una de las producciones de las personas generan el total de la producción de una comunidad local, ello se sustenta en la visión del economista y filósofo Adam Smith, el cual sentenció que la realización del interés individual de las personas traería consigo el desarrollo de una sociedad. En contraposición a esta concepción del desarrollo están los estructuralistas, que plantean que el desarrollo de una sociedad depende de tres unidades de producción, a saber, la público – estatal; de exportación y de producción., si estas tres unidades se encuentran presentes en un espacio territorial y maximizan su producción, se logra mayor desarrollo (2).

Más allá de la medición del desarrollo o de su estructura productiva, el desarrollo local es un proceso complejo que implica esfuerzos articulados de actores estatales y de la sociedad civil, dispuestos a articular proyectos que surjan de la negociación de intereses, inclusive divergentes y en conflicto. Por tanto, la lógica del desarrollo local necesita del surgimiento y fortalecimiento de actores vinculados al territorio y con capacidad de iniciativa y propuestas socio-económicas que capitalicen las potencialidades locales, aportando en una mejora integral de calidad de vida de la población (Marsiglia, 1996:75).

El desarrollo supone procesos de generación de actores con capacidad de iniciativa local. Experiencias de renovación de actividades tradicionales, tales como introducción de nuevas fuentes de energía, nuevas tecnologías, apertura de canales de comercialización, revitalización de la pequeña empresa y el artesanado, explotación integral de los recursos, ampliación de los sistemas de crédito y otras alternativas, supone una movilización mayor del conjunto de los actores locales, inclusive en áreas de servicios esenciales como el salud, agua y luz.

Los actores locales son todos aquellos agentes que en el campo político, económico social y cultural son portadores y fomentadores de las potencialidades locales. Para eso, el actor debe formar parte de la sociedad y reconocer en su historia y en su sistema de normas y valores. Actor que forma parte de una historia y que es tambien portador de alternativas (Arocena, 1988:14). Los actores locales pasan a tener principal gravitancia en los procesos de desarrollo, tanto en sus roles particulares, como también en sus acciones de coordinación entre ellos.

Los principales estudios sobre desarrollo (3) plantean que las diferencias en el “desarrollo relativo” entre una sociedad y otra están determinadas por la capacidad y calidad de las instituciones, las personas que las dirigen y el nivel de coordinación e integración entre las mismas. Los mismos estudios han señalado también la importancia del rol de la coordinación e integración de los actores sociales; las agencias de desarrollo; el estado y la administración pública: a mayores niveles de coordinación interinstitucional con el entorno social y de reconocimiento claro de los nichos de desarrollo, mayores efectos positivos producidos por la concatenación de los esfuerzos de los diversos actores. Es fundamental que esta integración se realice, ya que ninguno de los actores puede lograr un mayor de desarrollo actuando individualmente. La individualización de cada uno de ellos y la carencia de aporte cooperativo impide que los resultados sean mayores.

Conclusiones de estudios en el sector público (Dowbor, 1996: 43), apuntan a que las acciones orientadas al desarrollo local no pueden ocurrir como monopolio del poder público. Por el contrario, el poder público debe funcionar como un articulador y facilitador de acciones, como uno más de los agentes involucrados, y que sólo tiene eficacia cuando representantes de un proyecto de desarrollo participan en su gestión.. Es importante trabajar también con la cultura local para reafirmar los derechos ciudadanos. Cualquier acción local de desarrollo debe ser organizada de manera garantizar y afirmar iguales derechos para todos los grupos de la sociedad. La ciudadanía debe ser un concepto vivenciado por la mayoría de la población, lo que exige una gran preocupación sobre cómo fortalecer una cultura política democrática.

Desde la perspectiva anterior, la cultura democrática puede expresarse en el proceso de construcción de redes, entendido como un proceso de organización de flujos. Según Castell (1996: 445) “... el espacio de los flujos es la organización material de las prácticas sociales en tiempo compartido que funcionan a través de los flujos. Por flujo entiendo las secuencias de intercambio e interacciones determinadas, repetitivas y programadas entre posiciones físicamente inconexas que mantienen los actores sociales en las estructuras económicas, políticas y simbólicas de la sociedad”.

De acuerdo a lo anterior, el objetivo de alcanzar el desarrollo local está fuertemente asociado a la existencia de las redes, que constituyen una respuesta a la interdependencia de las organizaciones públicas y privadas. De hecho, los problemas socio–económicos no pueden ser resueltos por la acción independiente del Estado, lo que hace repensar el papel de la gestión pública. La discusión contemporánea ha generado nuevos debates sobre el fortalecimiento democrático de las sociedades latinoamericanas, enfatizando el papel de los ciudadanos –individuos organizados– en el proceso político, incluyendo tanto la identificación de los problemas, como la formulación de respuestas, su implementación y evaluación de resultados. Esto potencia la necesidad del sector público de gerenciar de modo transparente, participativo, creativo y responsable, lo que se expresa en la idea de fortalecimiento democrático de la sociedad.

La operacionalización de las acciones de fortalecimiento democrático contemplan una acción interorganizacional -reconocida como un componente integral de implementación de varias políticas- que incluye un conjunto amplio de relaciones. Esas relaciones pueden ser establecidas entre las empresas privadas, ONG’s, asociaciones comunitarias y otros. Una entidad administrativa debe considerar a los actores involucrados en una política pública como un conjunto conectado e interdependiente, gobernado a sí mismo por medio de redes (Brinkerhoff, 1999:125). De esta forma, se instala una dinámica horizontal territorial para tratar problemas sectoriales, que limita la imposición de los mecanismos que existen en la tradición vertical – centralista (Arocena, 1989:54).

En conclusión, es necesario implementar un modelo de gestión pública local fundado en un proceso democrático, cooperativo y educativo. Expresión de una población conciente de su papel político y que puede influir en todos los procesos decisionales, desde el planeamiento, pasando por la ejecución hasta llegar a la evaluación. Esto significa que la modernización de la gestión local no sólo debe radicar en el ámbito estructural organizacional, sino también en el político-institucional. Ella se debe orientar al fortalecimiento democrático de los espacios y redes locales, creando instrumentos de gestión que integren y fortalezcan la participación de la ciudadanía. Esto permitirá que los resultados del desarrollo local sean apropiados por los ciudadanos y ciudadanas. Sin cuestionamientos, este es un desafío para los programas de reforma y modernización del Estado de las sociedades latinoamericanas y, sin duda, para el fortalecimiento de los municipios en Chile.


Notas

(1) Administrador Público de la Universidad de Los Lagos; Magíster en Gestión y Políticas Públicas del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, actualmente se desempeña como Director de la Escuela de Pregrado del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.


(2) En este línea de reflexión encontramos el pensamiento de la CEPAL, encabezado por Prebisch (1954).

(3) Véase los siguientes estudios: PNUD (2002) “Informe sobre Desarrollo Humano”; Libros del Ciudadano; Editorial LOM; Santiago de Chile. CEPAL; (2002); “Panorama Social de América Latina”; Editado CEPAL; Santiago de Chile.

Bibliografía.

Arocena, José, (1998); “Discutiendo la dimensión local. Las coordenadas del debate” en Descentralización y desarrollo local; Cuadernos del CLAEH. Revista Uruguaya de Cienciass Sociales; Nº 48; 2 serie, año 13.

____________, (1989); “Descentralización e iniciativa, una discusión necesaria”; Cuadernos del CLAEH, Revista Uruguaya de Ciencias Sociales, Nº 51; 2 serie; año 17.

Castells, M. (1999); “La era de la Información. Economía, Sociedad y Cultura. La sociedad en red”; Vol I, Siglo XXI Editores, México.

CEPAL; (2002); “Panorama Social de América Latina” ; Editado CEPAL; Santiago de Chile.

Dowbor, Ladislau; (1996); “A intervencao dos governos locales no processo de desenvolmiento”, en Bava, Silvio, “Desenvolvimiento Local”; Sao Paulo: Polis Nº 25, Brasil.

Marsiglia, Javier (1996); “Desenvolvimiento y Gestao Local: Temas e atores em um cenario de mundacas”; Bava, Silvio, “Desenvolvimiento Local”; Sao Paulo: Polis Nº 25, Brasil.

Prebisch, Raúl (1954); “Problemas teoricos y prácticos del crecimiento económico”; CEPAL, Santiago de Chile.

PNUD (2002) “Informe sobre Desarrollo Humano”; Libros del Ciudadano; Editorial LOM; Santiago de Chile.

Smith, A. (1970 ed.); “La Riqueza de las Naciones”, Editorial Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México. México.

 

 

 

 

AGENDA PÚBLICA / AÑO III– N° 4 - Septiembre 2004

®Agenda Pública, Preparada por el Departamento de Gobierno y Gestión Pública
del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.