La historia de la Escuela de Gobierno y Gestión
Pública de la Universidad de Chile, tiene como fecha de fundación
el año 1954. Desde esa fecha, la Escuela ha jugado un rol fundamental
en la formación de administradores públicos orientados
a ser parte de los equipos profesionales involucrados en los procesos
de reforma y modernización a los que se ha visto enfrentado el
Estado, así como también a la profesionalización
de la función pública. Con esta idea en mente nace la
Escuela de Ciencias Políticas y Administrativas, dependiente
de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, pionera en el
estudio de las ciencias políticas, del estado y de los fenómenos
sociales relacionados con la administración pública.
Desde ese entonces la administración pública,
la ciencia política y los asuntos públicos en general,
han sido el centro de preocupación del quehacer en la escuela
y numerosos son los aportes que ella ha hecho al mejoramiento de la
función pública. Cerca de tres mil son los administradores
públicos que la escuela ha formado en su historia; importantes
líderes de países americanos, políticos nacionales,
diplomáticos, funcionarios internacionales y académicos
cuentan entre los alumnos destacados que egresaron de nuestras aulas
y que ostentan el título profesional de Administrador Público
de la Universidad de Chile.
La Escuela de Ciencias Políticas y Administrativas
deja de pertenecer a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
en 1975 y a partir de ese año comienza un peregrinaje por diferentes
instituciones de la Universidad, que terminaron desgastando el trabajo
que se había logrado construir hasta esa fecha. Sin duda alguna,
el período del régimen militar, con su propuesta de un
estado mínimo, no fue un escenario adecuado y pertinente para
el desarrollo y consolidación de nuestra disciplina y en particular
de nuestra Escuela. El proyecto político económico de
ese gobierno llevaba implícitas premisas ideológicas que
dejaban fuera el desarrollo de una disciplina orientada al estudio del
estado y la gestión pública. Esto produjo que paulatinamente
la reflexión acerca de la administración pública
cediera su lugar a otras disciplinas más afines con este proyecto.
En este contexto histórico político, la Escuela se inserta
en la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas en el
año 1976 y bajo el nombre de Escuela de Administración
Pública permanece en ese lugar hasta 1986. En ese año
se le trasladada al Instituto de Ciencia Política, donde mantiene
abierto el ingreso por sólo un año en condiciones normales,
ya que en 1987 se cierra el ingreso a nuevos alumnos y comienza el proceso
definitivo hacia el cierre de la escuela.
Con el término del gobierno militar y el retorno
a la democracia se revierte este proceso. Ese año 1991 fue muy
especial para nuestra profesión, puesto que nuevamente la Universidad
de Chile confiaba en la idea de formar administradores públicos
para los nuevos tiempos que vivía el país. El trabajo,
que se expresó en el ingreso de nuevos alumnos y un nuevo plan
de estudios, fue el producto de una ardua labor de distintos personajes
de ese momento, particularmente del Profesor Guillermo Ríos Vejar,
quien puso todo su interés y esfuerzo para lograr finalmente
que ese año se empezaran a crear las bases hacia la definición
de una nueva Escuela, y en definitiva de un nuevo proyecto, donde los
administradores públicos fuésemos los verdaderos actores.
El esquema administrativo que se optó fue la adscripción
de la Escuela (en ese momento con la figura de programa) al Instituto
de Ciencia Política, lugar que si bien es cierto no fue el óptimo,
permitió a la futura Escuela, empezar a retomar el trabajo que
se había dejado pendiente con el cierre de la matrícula.
Este período de trabajo conjunto con el ex Instituto
de Ciencia Política de la Universidad de Chile, estuvo marcado
por muchos altos y bajos, que finalmente se expresaron en la separación
de la Escuela de esta institución, para pasar temporalmente a
la Vicerrectoría Académica de nuestra Universidad en 1999.
Esta nueva dependencia se estableció de manera temporal, hasta
definir un lugar adecuado y pertinente, donde se pudiera desarrollar
en plenitud, en una estructura universitaria real y coherente a sus
necesidades.
Así, en noviembre de 2001, se definió con
la aprobación y apoyo por parte del propio rector Luis Riveros
y del Consejo Universitario, que la creación de una nueva estructura
realmente orientada a enfrentar las grandes problemáticas públicas
donde se unieran a las unidades académicas que trabajaban en
torno a este fenómeno, era lo que la Universidad de Chile y la
Escuela requería para consolidarse y proyectar su función
en el ámbito de los asuntos públicos. De esta forma, con
la Escuela de Gobierno y Gestión Pública como la Escuela
de pregrado del Instituto de Asuntos Públicos y el establecimiento
del Departamento de Gobierno y Gestión Pública del INAP,
se enfrenta de manera decidida y frontal el problema del lugar que toda
Escuela y muy especialmente toda disciplina, debe tener dentro de la
Universidad. Del mismo modo, se da una señal clara en lo que
respecta a la consolidación de un área académica,
y significa a fin de cuentas contar con un espacio regular dentro de
la estructura universitaria, que permite la creación de un espacio
adecuado para desarrollar la profesión y la disciplina. Esta
nueva institucionalidad es la que toda institución universitaria
se merece.
Este nuevo espacio, no podría haber sido creado
sin el trabajo de los profesores, los funcionarios y muy especialmente
de los alumnos, que desde siempre han entendido que la Escuela merece
un espacio realmente universitario donde desarrollar todas su potencialidades.
El Instituto de Asuntos Públicos, es ese espacio que se nos presenta
como un área donde los futuros administradores públicos
pueden formarse en un ambiente universitario donde las funciones de
docencia, investigación y extensión se relacionan, para
entregar una enseñanza pertinente y adecuada a los requerimientos
de un estado dinámico y en constante evolución.
En este escenario y para estar a la altura de los nuevos
desafío académicos, se ha puesto en marcha el nuevo plan
de estudios de la carrera (D.E. Nº0017189 del 16 de octubre de
2002), que contempla una malla conducente al grado académico
de Licenciado en Ciencias Políticas y Gubernamentales, con dos
menciones: Ciencia Política y Gestión Pública,
para luego en el examen de título optar al título profesional
de Administrador Público. Este tipo de formación nos permite
integrar a la Escuela con los demás departamentos del Instituto
de Asuntos Públicos. Cada uno de ellos desde su particular visión
de ver la política, contribuyen a que la formación de
los futuros administradores públicos, incluya las dinámicas
propias de la política, de las políticas y de la propia
gestión pública, reforzando de esta manera la formación
multidisciplinaria de la carrera.
En esta nueva etapa de la Escuela de Gobierno y Gestión
Pública, comienzan a darse pasos firmes y seguros hacia la consolidación.
El grupo de profesores se ha renovado y se integran importantes académicos
nacionales, que en el Departamento de Gobierno y Gestión Pública
desarrollan proyectos de investigación de gran interés
nacional además de la formación en el post grado, lo que
conectado con la docencia en la propia Escuela, logra una relación
estrecha entre investigación y enseñanza en aula.
El contexto social en que se desenvuelven los administradores
públicos está lleno de problemas y desafíos, está
marcado por los cambios y la evolución. Por esto un profesional
de la administración pública de la Universidad de Chile
representa hoy una pieza clave para los cambios que reclama la ciudadanía
hacia el Estado y en general hacia la forma de organizar la vida cívica
en nuestro país. Los profesionales del sector público
necesitan hoy además de una alta capacidad técnica, una
formación integral, holística y ética que logre
impregnar al aparato público de dinamismo, efectividad, creatividad
y participación para la construcción de un país
democrático, solidario y justo. En esto se empeña profundamente
la Escuela de Gobierno y Gestión Pública de la Universidad
de Chile y avanza en el Instituto de Asuntos Públicos hacia el
logro de tales objetivos.
Pero en este nuevo esquema universitario y social en
que se desarrolla la labor de formación de la Escuela, surge
una larga lista de desafíos que van a marcar el futuro de la
formación de las administradores públicos de la Universidad
de Chile. Primero, el desarrollo de metodologías de enseñanza
que combinen efectivamente la dimensión teórica de los
fenómenos con la práctica. Segundo, la definición
de programas de estudio que combinen los contenidos fundamentales, con
la necesaria renovación constante que todo proceso formativo
debe permitir. Tercero, seguir participando de las iniciativas que ha
definido nuestra Universidad para reformar la enseñanza del pregrado,
particularmente en lo que se refiere a la formación general y
la formación básica. Cuarto, fortalecer la formación
ética, generando espacios en cada ramo para desarrollar valores
y principios, fundamentales para el ejercicio profesional. Quinto, establecer
mecanismos efectivos de relación entre la universidad y las instituciones
en que nuestros alumnos van a desempeñar funciones, por medio
de prácticas y pre prácticas que permitan una mejor inserción
laboral. Sexto, desarrollar mecanismos efectivos de relación
entre nuestros alumnos y la comunidad para desarrollar el espíritu
de servicio público, presente en nuestros alumnos.
Los desafíos mencionados reflejan el nuevo
espíritu que orienta a profesores, funcionarios y estudiantes
a trabajar en pos de una mejor formación en la Escuela. El Instituto
de Asuntos Públicos es el espacio institucional en donde estos
desafíos se pueden empezar a concretar. Estamos seguros que este
proyecto nos ayudará a sentar las bases necesarias para proyectar
y crecer como disciplina y como profesión.
La posición en la que se encuentra hoy la escuela de Gobierno
y Gestión Pública, permite pensarla a futuro como un centro
de referencia y de gran importancia a nivel nacional y latinoamericano,
preocupado especialmente de la formación de profesionales para
el ámbito público nacional e internacional. Junto con
ello nos da la oportunidad de mostrarnos a la comunidad e interactuar
con los distintos sectores de la sociedad civil abriendo un espacio
de diálogo e interacción de gran riqueza, pero por sobre
todo nos permite pensar a la Universidad de Chile como un agente activo
en las transformaciones del Estado de Chile a través de la formación
de administradores públicos. Como Escuela de Gobierno y Gestión
Pública nos sentimos comprometidos con el proyecto de país
que implica el formar parte de la Universidad de Chile. Realmente creemos
en una universidad que se proyecta hacia los grandes temas del país,
creando así un mejor ambiente y un mejor bienestar para cada
uno de los chilenos y chilenas que forman parte de este país.